Hablaba hace unas semanas con la artista Sara Agudo sobre el proyecto que ha presentado recientemente en Casa Velázquez de Madrid, And I can feel things changing, en el que aborda los usos del lenguaje desde el inicio de la pandemia. Entre algunas de las frases y textos que conforman la instalación me llamó la atención precisamente una que Sara Agudo había tomado de una pancarta de una de las manifestaciones contra la ley de seguridad global en París el 28 de noviembre de 2020 en la que se leía «N’ayez pas peur» (No tengáis miedo). La frase, que en esa manifestación era lo bastante clara como para saber a quién se dirigía y con qué intención, se volvía más contradictoria en el contexto de la pandemia. La gestión del miedo y de las expectativas de la gente, la vigilancia (exterior y propia) de los cuerpos, de los comportamientos, de los movimientos, etc., todo ello crea un modo de vivir el presente y proyectar el futuro.
Posiblemente, uno de los discursos más repetidos todo este tiempo ha sido y sigue siendo aquel que espera que más adelante todo va a solucionarse, que todo va a salir bien, que todo va a volver a ser como antes. Quizá por la omnipresencia en los medios, en el debate político o en las conversaciones más banales de esta perspectiva utópica (tan ingenua como enternecedora) fue tan duro el choque cuando volví hace unas semanas al libro de José Esteban Muñoz, Utopía queer, editado en castellano en Caja Negra hace poco más de un año. En un momento del libro en el que Muñoz justifica de qué modo toma el texto de Ernst Bloch El principio de esperanza para su proyecto, destaca la distinción crítica que hace Bloch entre las utopías abstractas y las utopías concretas: mientras que las primeras serían similares a una suerte de optimismo banal, las segundas estarían relacionadas con las luchas históricamente situadas. En ese sentido, la lectura del texto de José Esteban Muñoz, siguiendo una lectura de lo queer como «la calidad iluminación de un horizonte teñido de potencialidad», nos presenta ideas para afrontar y pensar un porvenir abierto y, por ello, incierto. […]
Seguir leyendo en exit-express