La joven Susi Korihana thëri en un arroyo, Claudia Andujar, 1972-1974, © Claudia Andujar
24.03.2021

Claudia Andujar, el arco y la flecha de la imagen y la palabra revista El Ciervo

A lo largo de medio siglo, la fotógrafa y activista Claudia Andujar ha dedicado su vida a la defensa de la comunidad indígena Yanomami, localizada en la zona fronteriza entre Brasil y Venezuela. Las amenazas de los años 70 no son las mismas que las de nuestros días, aunque se parezcan y compartan la misma mezquindad y el mismo desprecio hacia la naturaleza y las tribus que viven en ella. Sin embargo, el compromiso de Claudia Andujar se ha mostrado firme en la reivindicación de la existencia de esta comunidad durante todos estos años y en hacer visibles todas estas violencias sufridas por los Yanomami. Recientemente, el Centro de Fotografía KBr Fundación Mapfre en Barcelona ha inaugurado una retrospectiva de Claudia Andujar que podrá visitarse hasta el 23 de mayo.

La vida de Claudia Andujar ha estado profundamente marcada por el exilio y la pérdida. Nacida en Suiza en 1931, Andujar vivió los primeros años de su vida en Hungría, la tierra de su padre, que fue asesinado en el campo de concentración de Dachau con gran parte de su familia. En los siguientes años, la fotógrafa escapó con su madre a Nueva York y más tarde a Brasil, en 1955, donde comenzó su carrera como fotoperiodista. En esta trayectoria atravesada por la desposesión, Claudia Andujar encontró en la tribu Yanomami un vínculo de amistad y solidaridad que ha sostenido su compromiso artístico y político a lo largo de todo este tiempo.

A propósito de la exposición dedicada a Claudia Andujar en la Fondation Cartier de París el año pasado, Davi Kopenawa Yanomami, miembro de la comunidad indígena, declaraba: «Claudia Andújar no es Yanomami, pero es una verdadera amiga. Tomó fotografías de nacimientos, de mujeres, de niños. Luego me enseñó a luchar, a defender a mi pueblo, mi tierra, mi lengua, las costumbres, las fiestas, las danzas, las canciones y el chamanismo. Era como una madre para mí, me explicaba las cosas. (…) Es bueno que me haya dado un arco y una flecha no para matar a los blancos, sino el arco y la flecha de la palabra, de mi boca y de mi voz para defender mi pueblo Yanomami». Esta posición activa en una lucha política que no asume una forma agresiva de la violencia está en completa consonancia con el texto de Judith Butler La fuerza de la no violencia, en el que trata de pensar esta misma problemática. En cualquier caso, el activismo que se esfuerza por un lado a hacer visible la realidad, la complejidad y particularidades de una comunidad que lucha por sobrevivir, y, por otro, ofrecer herramientas a partir del diálogo, del aprendizaje mutuo y el respeto hacia las tradiciones, es en el que Claudia Andujar se ha situado entre la práctica artística y la lucha política.

Los Yanomami, como otros pueblos autóctonos de la Amazonia y de Brasil, sufren las consecuencias de la explotación de los recursos naturales y la deforestación, de la tendencia autodestructiva del capitalismo que gobiernos como el de Jair Bolsonaro toleran y favorecen. Otras formas de violencia también presentes son las agresiones sexuales que sufren las mujeres de las comunidades o las enfermedades a las que no están inmunizados los miembros de las mismas. En este contexto, Claudia Andujar nos revela la riqueza de esta comunidad convertida en una verdadera guardiana de los bosques, a través de una estética que introduce la dimensión onírica y mágica, el universo de los espíritus, la cosmología, fiestas y ritos de un pueblo que se ve constantemente asediado. En definitiva, las imágenes de Claudia Andujar son como llamas que nos previenen que hay un fuego mucho más salvaje que es capaz de destruir la realidad que esas mismas imágenes muestran.

Artículo publicado en el #786 de la revista El Ciervo

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