Hacía tiempo que quería visitar esta región que había resonado tantas veces: había escuchado hablar de Mulhouse y de Estrasburgo, donde vive familia de la rama materna que se instaló allí después de la guerra. También, durante el tiempo en el que estuve en París, me hablaron de museos y centros de arte en esa misma zona que no podía perderme. Hace unos meses mi amiga Mariclau se mudó allí por motivos de trabajo y su invitación, un día hablando por teléfono, me pareció un pretexto perfecto para visitar, por fin, esa región.
En los primeros días pude ver algunas exposiciones como In Ekstase, del artista británico P. Staff en la Kunsthalle de Basilea, con una impresionante red electificada cubriendo la primera sala de la exposición, en la que, a través del elemento de la electricidad, se plantea cómo vivir en un mundo en plena convulsión, o la colección del Kunstmuseum, así como la exposición de la artista alemana Andrea Büttner, The Heart of Relations, en ese mismo museo. Esta exposición se enmarca en las líneas de trabajo que Andrea Büttner ha desarrollado a lo largo de los años sobre cuestiones como la empleabilidad, la pobreza, la vergüenza pública y los modos de coexistencia en la sociedad. También en Suiza, pude ir hasta la Fondation Beyeler, donde destacaría sin duda la exposición de Doris Salcedo, donde encontramos, a lo largo del recorrido, piezas que abordan los duelos de los conflictos armados en el contexto de Colombia, país de origen de la artista, la representación de la violencia sin violencia o el dolor y el sufrimiento de los cuerpos sin hacerlos necesarimante explícitos.
La segunda parte del viaje la pasé en el CRAC Alsace, en el pueblecito de Altkirch, apenas a un cuarto de hora de Mulhouse. Allí pude impregnarme de la exposición Ottilia de la artista puertorriqueña Beatriz Santiago Muñoz y curado por Elfi Turpin, un proyecto que tuvo su germen en una muestra colectiva previa en este mismo centro y que tenía por título Le couteau sans lame et dépourvu de manche. Para aquella exposición se invitó a diferentes artistas trabajar a partir de textos de la escritora y pensadora Monique Wittig, nacida en 1935 en Dannemarie, no muy lejos del CRAC Alsace. El hecho de que esa escritora compartiera un territorio político y afectivo con el centro de arte inspiró a leer colectivamente la integralidad de sus textos. En particular, el libro Les Guérrillères (1969) había resonado previamente a Beatriz Santiago Muñoz, un texto que se enmarca en las luchas decoloniales y los movimientos de liberación de las mujeres. De la misma manera que Monique Wittig en su libro, en la exposición vemos cómo Beatriz Santiago Muñoz crea un sujeto colectivo en un primer tiempo en el Caribe, en el territorio artístico, afectivo y político de la artista, y en un segundo tiempo en Alsacia, el territorio de Monique Wittig y el del centro de arte.
La exposición del CRAC Alsace recorre ríos, selvas, bosques y campos en los que mujeres artistas, militantes, estudiantes, etc., reconfiguran mediante el lenguaje las relaciones con el territorio y la memoria de esas regiones – marcada por la violencia colonial y la ocupación militar en Puerto Rico, y por la historia industrial y opresión de las mujeres en Alsacia. El círculo presente en los inicios de las diferentes partes del libro de Monique Wittig, reaparece en la exposición como acceso, como puerta de entrada para observar nuevas realidades, como un cielo estrellado repleto de ojos, invocando así a la patrona de Alsacia, santa Odilia – Ottilia – sanadora y patrona de los ciegos e invidentes.
[Un coro de voces canta un sonido O continuo]
Artículo publicado en el #801 de la revista El Ciervo